miércoles, 4 de noviembre de 2015

¿Callar o expresar?

México, uno de los países más peligrosos para hacer periodismo.

El pasado 2 de enero, Moisés Sánchez Crespo, editor del pequeño semanario comunitario La Unión, en Medellín Bravo (Veracruz), fue asesinado por nueve encapuchados que entraron a su domicilio, lo sacaron de la cama y delante de su esposa e hijos, le quitaron su ordenador, cámara y celular, para después cortarle el cuello. Sánchez Crespo no era una persona conocida, no tenía amigos poderosos y su revista era gratuita y de circulación reducida. Tan sólo era un periodista.

Esta noticia volvió a sacudir al país con este tema, pero no es la primera vez. La ONU cifra en más de 700 los periodistas asesinados desde 2005. Cifra que convierte al país en uno de los más peligrosos del planeta para ejercer dicha profesión (ocupa el puesto 148 de 180 países de la Clasificación Mundial para la Libertad de Prensa).
Pero todo esto va más allá, la cifra va aumentando considerablemente. Desde junio de 2014, han sido victimas una docena de reporteros, la mitad pertenecientes a Oaxaca y Veracruz.

El crimen busca a los más débiles, a periodistas de medios pequeños, con nula seguridad. Con esto, su muerte se vuelve mensaje.

Javier Garza, experto del Proyecto Periodistas en Riesgo, de Freedom House, menciona que el secuestro suele proceder a la liquidación y luego llega la impunidad.
“El objetivo es silenciar”, dice Garza. Una cifra más atroz es la del 90% que pertenece a los ataques a la prensa que queda sin culpables.

Y así, con estas condiciones limitadas y extremas, hay zonas en México donde la libertad de expresión no existe. Las palabras se corrompen, las informaciones no son afirmadas.

Por: Diana Laura Ortiz Robles.
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